FANI ARROYO

En una revisión médica me dijeron que tenía escoliosis y que debía fortalecer mi espalda para evitar dolores ya que mi trabajo de oficina me producía dolores de espalda y sobrecarga.

Decidí apuntarme a pilates en el gimnasio del barrio. Apenas unos meses después comenzaron unas nuevas clases justo antes de mi hora de pilates. Eran clases de Pole Dance ( pool dance? pul dance? pol dance? me pensé yo...) y cada vez que llegaba al gimnasio las veía allí a las chicas haciendo cosas imposibles en la barra.

La verdad que desde el principio me llamó la atención pero me daba vergüenza probarlo pensaba que no iba a ser capaz de hacer nada medianamente decente y mas que en esa época mi autoestima no era especialmente buena, atravesaba una de las épocas mas duras y tristes de mi vida.

Con mucha vergüenza, finalmente me animé a probar una clase. Desde el primer día me quedé enganchadísima a esta disciplina. Necesitaba un cambio en mi vida y aunque se puede decir que el pole me encontró a mi más que yo a él, desde luego no me arrepiento de haberme animado a probarlo.

Hacía muchísimo tiempo que no disfrutaba de algo realmente y que me sacara una sonrisa, algo de lo que me sintiera orgullosa. Desde ese día mi forma de ver la vida cambió y la sonrisa volvió para quedarse.